Nuestra vista es nuestro bien más preciado. Pero un bien cuya fragilidad ignoramos con demasiada frecuencia al pensar que se nos concede para siempre.
Y sin embargo, las amenazas son reales, empezando por los rayos UV. Entonces, para preservar nuestra imprescindible vista, es indispensable empezar por proteger nuestros ojos.

UV: ¡atención, peligro!

Las gafas de sol no son ni un lujo ni una coquetería. Con la debilitación de la capa de ozono, el impacto de los rayos UV nunca ha sido tan importante, tanto sobre la piel como sobre los ojos. Los rayos UV, presentes desde la salida del sol, están en su valor máximo cuando es el mediodía solar, es decir, cuando el sol está en su cénit. Es entonces cuando el peligro está en su punto máximo, y es aún más elevado si usted practica deportes de invierno, ya que la nieve refleja por sí sola cerca del 80 % de los rayos UV. Pasa lo mismo si usted está en el mar, particularmente en la arena, que refleja por sí sola cerca del 20 % de los rayos UV.

Y su efecto sobre los ojos es temible: a dosis débil, la exposición al sol ya puede provocar molestias que van desde picor hasta rojeces. Pero a dosis fuerte, pueden producirse problemas más graves, e incluso irreversibles que van desde afecciones de la retina hasta la aparición prematura de la catarata.

La única solución para hacer de pantalla a los rayos UV son las gafas de sol. ¡Pero hace falta que sean eficaces y que presenten todas las garantías de calidad y de fiabilidad!

¡Los niños son los más vulnerables!

El sol es peligroso para los ojos de los niños. Cuanto más jóvenes son, más sensibles son sus ojos a la luz del sol. ¿Por qué? Porque la agudeza visual de un niño se construye entre los 0 y los 6 años de edad, y porque solo alcanza el súmmum de sus capacidades hacia los 15 años de edad.

Ejemplo: entre los 6 meses y el año de edad es cuando los bebés perciben todos los colores que les rodean.

Para permitir que preserven su capital solar, es indispensable empezar por explicarles la importancia de llevar sistemáticamente gafas de sol y un sombrero: las gafas de sol para bloquear los rayos UVA y UVB, el sombrero para proteger los ojos de los rayos. Llevar gafas de sol se convertirá así en un reflejo y no en un castigo.

¡Elija las gafas correctas!

Empiece por desconfiar sistemáticamente de las gafas llamadas “de sol” que puede encontrar en todas partes y por un precio que desafía toda competencia. Puesto que un cristal tintado no es sinónimo de protección y, si no es filtrante, un cristal no tiene la capacidad de bloquear los rayos UV. De ahí el peligro potencial de estas pseudogafas, que de solares solo tienen el nombre, y se deben proscribir totalmente.
Para sus cristales solares, confíe en un profesional que sabrá aconsejarle y orientarle sobre las gafas que mejor se adapten a sus condiciones de uso. Como todos los productos que conciernen a la protección, estas son objeto de normas muy estrictas que garantizan la calidad y la eficacia.

¡Exija gafas con el marcado CE!

Como todos los productos que conciernen a la protección, los cristales solares son objeto de normas muy estrictas que garantizan la calidad y la eficacia.
Desde 1995, hay normas europeas que definen así la calidad de los filtros. Por su seguridad, elija cristales que lleven la mención “CE” que certifica que los cristales filtran a la vez los rayos UVA y los UVB. Esta mención va seguida de una cifra de 0 a 4 que corresponde al índice de protección contra el deslumbramiento, sabiendo que el índice 3 es ideal en las condiciones llamadas normales, y que el índice 4 se reserva a las condiciones extremas.